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jueves, 4 de junio de 2020

Muertes anunciadas: feminicidios en América Latina


Durante siglos, la forma más extrema de violencia del hombre hacia la mujer no tuvo un nombre. El término "feminicidio" ha surgido para visibilizar un horrible problema de nuestras sociedades: el hecho de asesinar a una mujer simplemente por ser mujer. 



DESDE ARGENTINA- Los casos de feminicidios en América Latina, hasta hace unos años fueron ignorados o categorizados como crímenes "pasionales" y no por el hecho de que miles de mujeres fueron asesinadas por su condición de género. Estos son algunos de los casos que hicieron que en la región se aprueben leyes y penas por feminicidio e hicieron que se tomen cartas en el asunto y exigir una mayor asistencia de los Gobiernos.

En Esmeraldas, Ecuador Katya Cabezas fue atacada por su ex pareja con un machete. Katia es una sobreviviente, en el ataque perdió su mano derecha. Cuenta que durante el ataque ningún vecino la defendió ni ayudó. En el hospital de su comunidad (San Lorenzo), llegan muchas mujeres víctimas de violencia física o sexual pero pocos casos llegan a ser denunciados, es la principal causa por las que las mujeres llegan a urgencias.

Defensores de los derechos de las mujeres en esta ciudad cuentan que hay una alta incidencia de violencia en San Lorenzo, se presentan limitaciones a la hora de hacer una denuncia como por ejemplo miedo, la propia cultura e idiosincrasia machista que siempre ha existido, condiciones económicas, entre otras son algunos de los factores causales.

Katya cuenta que hay una mala frase popular de su comunidad y es "marido es aunque mate o pegue", esta frase es solo una ínfima muestra del nivel de machismo tanto en la comunidad de San Lorenzo en Ecuador como en muchos otros países latinoamericanos.

Otro caso de feminicidio fue el asesinato de Ruth Thalía Sayas, una joven de 19 años en Lima, Perú, que fue asesinada luego de participar en un programa peruano y fue encontrada en un pozo luego de 12 días desaparecida. Su pareja en ese momento, Bryan Romero, no toleró que a Ruth Thalía le preguntaran en el programa si alguna vez tuvo relaciones sexuales por dinero, donde ella respondió que sí frente a sus padres y su pareja en transmisión nacional visto por miles de personas. Además quiso robar el dinero que ganó Ruth Thalía en el programa e intentó huir con ayuda de un tío.



Liz Méndez, coordinadora del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM, Perú) explica que hubo un quiebre en la masculinidad del agresor, como una "acción reivindicativa" por la respuesta que Ruth dio en el programa. Bryan Romero y su tío fueron juzgados en una de las primeras aplicaciones de la ley de feminicidio en Perú, consiguiendo una condena de 35 de años para ambos (cadena perpetua).

En el caso de Ruth Thalía se discutió el rol de los medios de comunicación y el Estado en la sociedad peruana frente a estos tipos de casos, ya que hubo una complicidad social al no considerar perspectivas de género al realizar este tipo de preguntas sin considerar efectos que pueden conllevar a acciones graves o feminicidios como en este caso por parte de los medios de comunicación.

Desde el Estado también cuestionaron la actitud de los medios. Desde el Ministerio de la Mujer consideraron que el medio donde fue televisado el programa creó un factor de riesgo, pero no la causa.

Muchos medios sensacionalistas y de farándula no parecen contribuir demasiado a que los viejos estereotipos se transformen. Reproducen en sus páginas el viejo paradigma de la estructura desigual de "el hombre poderoso y la mujer objeto".



En el caso de Ruth Thalía se puede pensar en una autocrítica no solo en los medios sino también en todos los estratos de la sociedad con respecto al papel que jugaron en este caso. La prensa y los medios reproducen los patrones culturales, exacerban las creencias y esto genera que nunca se pueda romper con los viejos estereotipos.

Otro caso en Bolivia fue el asesinato de Juana Quispe en 2016. Este feminicidio hasta el día de hoy sigue impune, además este caso no fue solo un caso de odio por condición de género, sino también político porque Juana era Concejala en la localidad de Ancoraimes en el altiplano boliviano. 


Juana luchó varios años para poder ejercer su cargo, y fue asesinada dos semanas después de finalmente lograrlo. Durante su lucha sufrió múltiples amedrentamientos, ataques de todo tipo con el propósito de que nunca pudiera llegar a cumplir con el cargo. Sus familiares y allegados afirman que el alcalde y otros concejales habrían contratado personas para agredirla y acosarla.

Durante el gobierno de Evo Morales, la participación de las mujeres en la política se había incrementado pero este hecho también provocó violentas manifestaciones en contra. La idiosincrasia machista profundamente arraigada en la sociedad boliviana se ha negado a aceptar que las mujeres ejerzan cargo tradicionalmente ocupados por hombres. A pesar de los avances, actualmente cientos de mujeres siguen sufriendo acoso como le sucedió a Juana Quispe.

Caty Cauna Villasante, miembro de Asociación de Concejalas de Bolivia (ACOBOL), una organización que lucha para que las mujeres puedan ejercer sus cargos políticos en igualdad de condiciones, sostiene que las autoridades nunca les respondieron en sus pedidos ayuda por el acoso que sufrió Juana previo a su asesinato.

El feminicidio de Juana fue lo que sensibilizó a los Parlamentarios para que aprobaran la ley 243 contra el acoso político a mujeres y feminicidios, ya que el asesinato de Juana fue una crónica de una muerte anunciada.

Juana Quispe pagó con su vida la osadía de luchar por los derechos de la mujer pero, hasta el día de hoy, 4 años después de su muerte su ejemplo sigue abriendo caminos para que las mujeres de Bolivia lleguen a ser tratadas con justicia, respeto e igualdad.



La política es el primer eslabón de una cadena que debe capacitarse para que las leyes sean efectivas. Muchas veces las mujeres acuden a denunciar y los casos no son tomados con seriedad ni son importante. El Estado tiene que garantizar la protección de las mujeres sobre todo cuando acuden a algún servicio de público no puede terminar revictimizadas, es decir, ser victimas nuevamente. El mayor caso de feminicidios ocurre luego de que se denuncia o acude a algún servicio del Estado para presentar una queja o busca ayuda.

Hace falta también una profunda transformación del arquetipo social para combatir de raíz las agresiones en contra de las mujeres. Si se quiere dejar atrás los arquetipos patriarcales donde se perpetúa las formas de dominación y control del hombre sobre la mujer. Tiene que haber un cambio de paradigma que solo puede surgir desde el ámbito de la educación.

La diputada boliviana Marianela Paco Duran dice que en muchos casos, desde la crianza se les inculca indirectamente que "ser hombre es superior que ser mujer". Tiene que haber un quiebre una despatriarcalización, es decir debe haber un cambio mental en las personas. Se debe romper la concepción de asumir poder por alguien en una condición de superioridad.

Países como Ecuador también han estado trabajando para generar un cambio en la sociedad y su visión de los géneros. Para hacer un cambio de arquetipo, es esencial que las nuevas generaciones sean educadas bajo una lógica de igualdad y respeto.

Mujeres caminando solas con sus hijos es una imagen muy común en América Latina. En incontables casos, ellas deben asumir todo el peso de la crianza, como si no bastara con ser victimas de agresiones por parte de los hombres y hacerse cargo de sus hijos e hijas, deben además llevar la carga económica. Esta desesperanzadora realidad cargada de violencia y desamparo se reproduce de generación en generación. En el caso de Katya, lo sufrió ella, su hermana y su madre.

Otro aspecto importante es la prevención, existen mujeres que han decidido hacer posible el cambio de paradigma. Eugenia Rodríguez es una ciudadana de la comunidad de San Lorenzo en Ecuador y ha luchado incansablemente para que la población se concientice en temas de violencia hacia la mujer brindando talleres y capacitaciones. Su misión es interiorizar a las mujeres en sus derechos y enseñarles a cómo actuar en casos de violencia.

Detrás de estas historias hay mucho dolor, esperemos que casos como estos sirvan para crear conciencia en Latinoamérica y se sigan profundizando los avances logrados. Estos son alguno de los primeros pasos logrados para erradicar el feminicidio y la violencia contra las mujeres. A través de estas historias se rompe el silencio para que podamos construir una sociedad donde todos vivamos en igualdad.
Por Analía Cardozo Escobar
Analía Cardozo Escobar, de 23 años, es estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de San Martín (Argentina). Fue voluntaria del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales. Es miembro del Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales. Sus ámbitos de interés incluyen la economía política internacional, la política nacional e internacional, los derechos humanos, el feminismo en las relaciones internacionales, el sistema electoral, y la lucha por el cambio climático.

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