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martes, 9 de junio de 2020

Las Consecuencias de la Pandemia en Materia de Igualdad de Género y Empoderamiento Femenino


Las mujeres actualmente representan de manera global el 70 % del personal en el sector social y sanitario. Y aunque están en la primera línea de defensa frente al COVID 19 se ven golpeadas por una brecha salarial de aproximadamente un 20% inferior a los hombres, según las últimas estadísticas de la Organización Mundial del Trabajo. [1]



DESDE PANAMÁ- El último Informe Mundial sobre Salarios de la OIT [2] confirma que el crecimiento mundial del salario ha sido débil, mientras que las diferencias de remuneración entre hombres y mujeres, de alrededor 20% a escala mundial, siguen siendo inaceptablemente altas. A escala mundial, las mujeres siguen percibiendo un salario aproximadamente 20% inferior al de los hombres. El mundo del trabajo se ve profundamente afectado por la pandemia mundial del virus. Un virus que además de ser una amenaza para la salud pública, también incide en el nivel económico y social poniendo en riesgo los medios de vida, el bienestar de millones de personas y afectando en especial a las mujeres desde varias dimensiones.

Según el estudio más reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel mundial:

El 71% de los hombres en edad laboral se encuentra trabajando mientras que este indicador es del 45% para las mujeres. Y aunque para ambos géneros la tasa del desempleo ronda el 3%, el indicador más impactante es ver que el 25% de los hombres se encuentra fuera del mercado laboral, mientras que en las mujeres este porcentaje se eleva al doble (52%).” [3]

La discriminación ocupacional por motivos de sexo sigue siendo un fenómeno importante en todas las regiones del mundo, independientemente de su nivel de desarrollo. Las mujeres tienen una responsabilidad desproporcionada con respecto al trabajo no remunerado de cuidados que prestan a otras personas. Dedican entre 1 y 3 horas más que los hombres a las labores domésticas; entre 2 y 10 veces más de tiempo diario a la prestación de cuidados (a los hijos e hijas, personas mayores y enfermas), y entre 1 y 4 horas diarias menos a actividades de mercado. En la Unión Europea por ejemplo, el 25 por ciento de las mujeres informa que las responsabilidades de cuidados y otras tareas de índole familiar y personal son la razón de su ausencia en la fuerza de trabajo, en comparación con el tres por ciento de los hombres. [4]

La doble jornada laboral que viven las mujeres a causa de la división sexual del trabajo, hace que con el impacto de esta pandemia, aquellas que cuentan con trabajos formales, se vean más afectadas que antes, por las labores de cuidado y trabajo doméstico, que refuerzan y repiten esquemas de subordinación hacia la mujer al no existir en la mayoría de los hogares una corresponsabilidad social de los trabajos de cuidados. América Latina por ejemplo, se caracteriza por mantener una injusta organización social de los trabajos domésticos y de cuidados respondiendo a un modelo femilístico, con una limitada participación del Estado y una oferta de servicios insuficiente y segmentada que se traduce como la principal barrera de las mujeres para lograr acceder al mercado laboral formal.

Por otro lado, las que trabajan desde la informalidad han perdido o visto disminuir gravemente su fuente de ingresos, lo que en consecuencia, afecta su economía y aumenta su vulnerabilidad haciendo que se vuelva más difícil para ellas reintegrarse al mercado. Para las mujeres las probabilidades de trabajar en el sector del empleo informal son más altas que las de los hombres. En Asia meridional, más del 80% de las mujeres en empleos no agrícolas se desempeña en el sector informal, en el África subsahariana, el 74%, y en América Latina y el Caribe, el 54%. [5]

Algunos lo acompañan de argumentos en favor de la maternidad y de la “maravillosa” oportunidad personal que disfrutan las mujeres al traer vida al mundo. Pese a algunas mejoras logradas durante los últimos 50 años, prácticamente en todos los países los hombres destinan por día más tiempo al ocio, mientras que las mujeres dedican más tiempo a realizar tareas domésticas no remuneradas. Intentar salir de ese “espacio natural” representa un obstáculo fuerte. Para quienes intentan “despegarse”, el sentimiento de culpa y las dobles jornadas dificultan su promoción profesional, tal y como está configurado en el mundo empresarial masculino.

Pero con el confinamiento, a los roles tradicionales se suman para las mujeres, el de ser educadoras y cuidadoras de niños, si los tiene; enfermera de adultos mayores, sin soportes institucionales externos (con escuelas, asilos y guarderías cerradas) y jefas de hogares monoparentales, lo que les exige proveer y generar ingresos para que los miembros del hogar puedan sobrevivir. En el caso latinoamericano, en esta fotografía se retrata una proporción de mujeres bastante alta. La igualdad queda lejos. Sobe todo cuando salir a la calle a comprar alimentos es una de las pocas maneras de estar fuera del hogar. De nuevo, la elección de los privilegios como parte de un esquema de repartición que favorece más a los hombres y que les eximen de abordar las labores más duras de la casa. El problema principal hallado, es que estas mujeres también son laboralmente activas, esto quiere decir que los trabajos no remunerados le significan una doble o triple jornada.

Las mujeres representan el 70 por ciento del total de la población pobre y el 65 por ciento de los analfabetos”. 

La vulnerabilidad ante una crisis socioeconómica derivada del COVID-19 en América Latina y el Caribe se agrava al ser la región con mayores niveles de desigualdad. La pobreza también tiene dimensiones de género. Mientras que, en 2002, el índice de feminidad de los hogares en situación de pobreza ascendía a 105 mujeres por cada 100 hombres; en 2017 este valor se ubicaba en 113 mujeres por cada 100 hombres. Por su parte, la pobreza extrema de las mujeres también aumentó en el mismo período, pasando de 108 mujeres por cada 100 hombres en 2002 a 116 mujeres por cada 100 hombres en 2017. [6]

El informe de la OIT, que lleva por título More and Better Jobs for Women – an Action Guide, muestra que hoy:
  • A nivel mundial, las mujeres ocupan menos del 6 por ciento de los puestos de trabajo de nivel directivo superior.
  • En los países en desarrollo, las mujeres dedican entre 31 y 42 horas por semana a actividades laborales no remuneradas (trabajo familiar), mientras que los hombres dedican de cinco a quince horas a esa modalidad de trabajo.
  • El informe señala que, incluso en los países donde las niñas tienen acceso a la educación y a la formación profesional, muchos establecimientos les siguen ofreciendo plazas profesionales estereotipadas, como mecanografía, enfermería, costura, servicios de hotelería y restauración, en vez de competencias de índole científica o técnica.
  • Además, en los países más pobres, las niñas están más expuestas que los varones a interrumpir o abandonar su escolaridad para dedicarse a tareas domésticas.
La discriminación en la enseñanza ya era uno de los principales factores de pobreza y desempleo entre las mujeres. Las mujeres representan más de dos tercios de la población analfabeta mundial (cerca de 1.000 millones de personas). En Benin, Burkina Faso, Guinea-Bissau, Malí, Mozambique, Níger, Senegal y Togo, en África, y en Afganistán y Nepal, en Asia, más del 90 por ciento de las mujeres de 25 y más años de edad no han asistido nunca a la escuela. El 60 % de los niños que, en todo el mundo, no tienen acceso a la enseñanza primaria (cerca de 100 millones) son niñas. Una discriminación que no solo se agrava con los confinamientos, sino que tampoco forma parte de las políticas públicas que los Estados están buscando implementar con el regreso a la tan famosa “nueva normalidad”. [7]

La situación de cuarentena amenaza la seguridad de muchas mujeres y niños. Los datos indican también que las agresiones a las mujeres aumentan como consecuencia del confinamiento. Aumenta el tiempo que las mujeres están solas con sus abusadores, reduciendo la posibilidad de buscar ayuda. La vulnerabilidad de las mujeres en las crisis se ve agravada por la falta de acceso a las fuentes de apoyo social, así como a los servicios de salud. Esa exposición a la violencia aumenta a medida que los perpetradores pueden arremeter contra ellas debido a la tensión económica que causa una pandemia, disminuyen y prácticamente eliminan las posibilidades de la víctima para abandonar o resistirse a las relaciones abusivas. [8]

Tiempos extraordinarios, requieren medidas extraordinarias. No podemos hablar de un regreso a la “nueva normalidad” que no incluya la perspectiva de género dentro de las mesas de diálogo y en el diseño de las nuevas políticas públicas de los Estados. Tenemos que realizar acciones afirmativas para que ya no exista discriminación hacia las mujeres y podamos alcanzar ese ODS número 5, una verdadera igualdad de género que construya un nuevo modelo sostenible e inclusivo dónde la vida de los trabajadores y trabajadoras esté en el centro.

La actual crisis supone una oportunidad para promover acciones sostenibles a corto, mediano y largo plazo en los sistemas, que garanticen el acceso universal y de calidad a los servicios de salud, sistemas de protección social y de cuidados, así como en políticas activas de empleo, la inclusión social y la sostenibilidad ambiental, basadas en el diálogo y la gobernabilidad efectiva, para poder contrarrestar esas engravecidas diferencias ya antes denunciadas de un sistema precarizador, machista y que solo ha fomentado la desigualdad y la injusticia social.

Que quedarse en casa no signifique quedarse callada en casa. 


Fuentes Consultadas:
[1] The gender labour gap around the world. https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/multimedia/maps-and-charts/enhanced/WCMS_458201/lang--es/index.htm
[2] Global Wage Report 2018/19: What lies behind gender pay gaps. https://www.ilo.org/global/publications/books/WCMS_650553/lang--es/index.htm
[3] Las Mujeres en la Gestión Empresarial 2019. https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/multimedia/video/WCMS_724967/lang--es/index.htm
[4] Women's situation in the labour market. https://ec.europa.eu/info/policies/justice-and-fundamental-rights/gender-equality/women-labour-market-work-life-balance/womens-situation-labour-market_en
[5] OECD Gender Data Portal https://www.oecd.org/gender/data/#:~:text=The%20OECD%20Gender%20Data%20Portal,where%20actions%20is%20most%20needed.´
[6] Panorama Social de América Latina 2019 https://repositorio.cepal.org/handle/11362/44969
[7] Data for the Sustainable Development Goals. http://uis.unesco.org/
[8] Hechos y cifras: Acabar con la violencia contra mujeres y niñas. https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women/facts-and-figures


Emilse Espinosa R.
Emilse Espinosa R, es una estudiante panameña de 22 años. Actualmente cursa el último año de la Licenciatura de Relaciones Internacionales, en la Universidad Nacional de Panamá. Sus ámbitos de interés abarcan la Diplomacia, la Violencia de género y la Geopolítica.

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